sábado, 19 de junio de 2010

El gran provocador


"Solo soy alguien que se limita a levantar una piedra y a poner la vista en lo que hay debajo. No es culpa mìa si de vez en cuando me salen monstruos".
Josè Saramago

Tan amado por su prosa como odiado por sus ideas, José Saramago fue un intelectual polémico. Comunista y ateo, falleció en la isla de Lanzarote pero fue velado en su patria, Portugal, que después de 17 años se reconcilió con un hijo rebelde, cubrió su féretro con la bandera nacional y decretó dos días de duelo oficial. Quien no lo perdonó fue la Iglesia Católica. El Vaticano, en su órgano oficial el Osservatore Romano, lo calificó post mortem como "populista extremista" e "ideólogo antirreligioso".

En 1993, cinco años antes de convertirse en el primer escritor en lengua portuguesa en recibir el Premio Nobel de Literatura, Saramago, que se describía a sí mismo como un "comunista libertario" y a quienes otros calificaban de "comunista hormonal", abandonó su país para instalarse en las Islas Canarias (España) tras el escándalo provocado en los medios católicos portugueses por su Evangelio sobre Jesucristo, en el que Jesús pierde la virginidad con María Magdalena. El Gobierno lo consideró un ataque al patrimonio religioso portugués y suprimió su nombre de la lista de candidatos al Premio Europeo de Literatura. Eso provocó la indignación del escritor, quien denunció que era víctima de la censura y optó por el exilio.

En Ensayo sobre la ceguera insistió en su antipatia hacia el catolicismo: "El problema de la Iglesia es que necesita la muerte para vivir (...) La piedra angular sobre la que se asienta el edificio administrativo, teológico, ideológico y represor de la Iglesia se desmoronaría si la muerte dejara de existir.

El también autor de Memorial del Convento nació en noviembre de 1922 en la aldea de Azinhaga. Hijo de campesinos sin tierra que emigraron a Lisboa, abandonó el liceo a los 12 años de edad para recibir una formación como cerrajero, un oficio que ejerció durante varios años. También trabajó como mecánico, hasta 1947 cuando publicó la novela Tierra de pecado, que trata sobre campesinos que atraviesan una crisis moral. El libro no tuvo mucho éxito pero le permitió obtener un empleo en una revista literaria. Durante los años siguientes sólo publico unos cuantos libros sobre viajes y poesía mientras trabajaba como periodista. Posteriormente escribió unas 30 obras, entre novelas, poesías, ensayos y piezas de teatro. Entre 1966 y 1975 publicó Poemas posibles, Probablemente alegría y El año de 1993. Tras varias novelas y textos teatrales, en 1982 le llegó la popularidad internacional con Memorial del convento, historia que transcurre durante la Inquisición y explora la batalla entre los individuos y la religión. El prestigio que consolidó con títulos como La balsa de piedra (1986), la pieza teatral La segunda vida de Francisco de Asís (1987) e Historia del Cerco de Lisboa (1989). En 1991, tras publicar su cuarta obra de teatro, In nomine Dei, entró a formar parte del Parlamento Internacional de Escritores. Ganador del Premio Camoens en 1995, ese mismo año inició la trilogía formada por Ensayo sobre la ceguera, Todos los nombres y Ensayo sobre la lucidez. En 2008 comenzó a publicar su blog, “El cuaderno”, y el año pasado presentó su última novela, Caín,en la cual lleva a la narrativa lo que llama "la lucha del hombre contra Dios", a través de la historia bíblica del hombre que mató a su hermano.

Hay críticos que consideran que a su prosa le faltaba ritmo y que su limitado uso de los signos de puntuación confundía al lector. A ello oponía Saramago: "Lean mis libros en voz alta, entonces agarrarán el ritmo; porque esto es oralidad escrita, es la versión escrita del modo en que la gente se cuenta cuentos entre sí"

Sobre la vida y la muerte decía: "La vida es como una vela que va ardiendo; cuando llega al final lanza una llama más fuerte antes de extinguirse (...) Después acabará todo y quedarán mis libros, que pienso seguirán siendo leídos".

Relaciones peligrosas

En 1969 se adhirió al Partido Comunista, en esa época clandestino, y participó en la Revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974, que puso fin a la dictadura de Antonio Salazar. Ardiente defensor de los oprimidos y muy crítico del ex presidente estadounidense George W. Bush, defendió la causa saharaui y sobre todo la palestina y en 2002, durante una visita a Cisjordania, llegó a comparar Ramala con Auschwitz . Era considerado un defensor de un mundo sin perseguidos. Decía que escribía para comprender un mundo al que describió como "la sede del infierno".



Durante toda su vida tuvo relaciones políticas apasionadas, siempre controvertidas, con la Cuba de Fidel Castro y, más recientemente, con la Venezuela de Hugo Chávez.
Cuando en 2003 se produjo en la isla el encarcelamiento de 75 disidentes y la ejecución, tras juicio sumario, de tres secuestradores de una embarcación, tuvo una primera reacción de muy moderado desacuerdo.

Sin embargo, poco después, en una carta pública que tituló "Hasta aquí he llegado", Saramago explicó que "desde ahora en adelante, Cuba sigue su camino, yo me quedo. Cuba ha perdido mi confianza y ha defraudado mis ilusiones". Pero pocos meses después diría al diario cubano Juventud Rebelde: "No he roto con Cuba. Sigo siendo un amigo de Cuba, pero me reservo el derecho de decir lo que pienso, y decirlo cuando entienda que debo decirlo".


Al mandatario venezolano lo elogió en 2007. “Se le tacha de populista porque se preocupa por los pobres. Eso es peyorativo para alguien que se preocupa directamente y sin ningún disfraz por la mejora de clases que durante generaciones y generaciones no han salido de la miseria", expresó. Recordó que Chávez estaba en el poder por tener el apoyo del pueblo. "Se presentó siete veces a las urnas y las ganó todas", en una referencia a las elecciones y consultas populares realizadas en Venezuela en los últimos años. "No se puede decir que haya tomado por asalto el poder porque mayorías aplastantes lo pusieron donde está y lo confirmaron en el lugar que ocupa", acotó. Sin embargo, dos años después advirtió a Chávez sobre los riesgos del poder y la posibilidad de que un gobierno largo pierda comunicación con el pueblo. “Ojo con el poder, porque hay que usarlo para mejorar las condiciones sociales del pueblo de venezolano. El poder no necesita ser absoluto para corromper”, fue el mensaje que le envió.




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sábado, 12 de junio de 2010

¡Qué balones!

Para balones, nosotros. No es que exista un problema de sobrepeso colectivo. Son las pat

JabulaniImage by warrenski via Flickr

adas que recibimos sin tregua los habitantes de esta cancha en la que se ha convertido Venezuela, donde hay un solo árbitro, que es el dueño del equipo, del estadio y del pito, mientras el resto rueda por el campo en un estado de inacción inexplicable.
Y si la narcosis que nos alela desde hace años no fuera suficiente, llega el Mundial de Fútbol. Otra droga para alejarnos de una realidad que muchos no creyeron que llegaría y de la que algunos ilusos todavía dudan. Son más las patadas que le propinan diariamente a la Constitución y a las leyes que las que se han visto en Suráfrica. Mientras recorremos alegres las calles ondeando banderitas (de otros países, porque ni siquiera tenemos al equipo nacional en competencia) y enfriamos la cervecita para ver las jugadas de Cristiano Ronaldo (o las piernas, según el sexo del espectador), le cantan penalti al periodista Francisco Pérez por un delito de opinión, le enseñan la tarjeta roja a Ricardo Zuloaga , le anotan goles a la Polar y a todos nos sacan tarjeta amarilla con esa variante de prohibición de salida del país que es el nuevo sistema cambiario. Eso sin contar con que hay un ciudadano que se está muriendo por reclamar sus derechos y a que se pudren toneladas de alimentos en un país donde hay niños que se acuestan sin comer.
A los periodistas socialmente responsables una disyuntiva nos pone, entonces, la cabeza como el Jabulani de Adidas. ¿Nos desviamos de lo trascendente y nos unimos a la algarabía de los que quieren su fiesta en paz? ¿O llamamos a la reflexión? Porque un mes es demasiado tiempo cuando el juego no es imparcial, cuando no hay empate posible y cuando las barras bravas de fanáticos no están dispuestas a dar tregua. Un mes que puede definir si en 2014, cuando el Mundial sea en Brasil, habrá o no polarcitas para enfriar porque la mascota expropió lo que quedaba.

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